Análisis de las causas


Mobirise

Ausencia de centros  investigación 

La cantidad de estudios epidemiológicos sobre la enfermedad y cada una de sus variantes es limitada; la mayoría de información recibida viene por parte de hospitales; sin embargo, no se puede extrapolar la información de un centro médico a la de la realidad nacional. Pocos centros especializados se enfocan en la obtención de estos datos, como el INCN.[2] Por parte de los pacientes, se debe a la ausencia de un seguimiento del tratamiento adecuado y prolongado; tres cuartos de estos no se acercan a consulta; por ende, no se puede tener un monitoreo real de la población. [3]

Falta de educación y capacitación

La realidad social peruana demuestra una falta de empatía por parte de la sociedad y el sistema de manejo de enfermedades. Existe además en los servicios de salud una escasez de profesionales entrenados en epilepsia, tanto a nivel primario como secundario, un número insuficiente de profesionales de salud, provisión insuficiente de FAE, recursos diagnósticos insuficientes, posibles errores diagnósticos, falta de políticas de salud y de ejecución de planes nacionales de epilepsia. Por último, se puede señalar el ámbito de la educación (analfabetismo) así como la más específica de la educación sanitaria que incide en los abandonos de tratamiento o en la ausencia de cumplimiento adecuado de las indicaciones médicas. ‌[1]

Mobirise

Falta de seguimiento de un tratamiento adecuado

En los países en vías de desarrollo existe conciencia de una gran diferencia entre el número actual de personas con epilepsia y el número de ellas que están siendo tratadas adecuadamente, esto se denomina ‘brecha terapéutica’. El tratamiento médico en los pacientes de epilepsia es mínimo, al menos 60% de los pacientes en Latinoamérica no son diagnosticados o no toman medidas para controlar la enfermedad, pese a que sea efectivo en su recuperación. Con un cuidado anticonvulsionante recetado, hasta el 70% podría vivir sin ataques epilépticos. ‌[4]